Hábitos. Malditas costumbres que te generan adicción y después cuesta tanto desprenderte de ellos… Hoy pensaba acerca de por qué la gente cena en tal o cual horario, se va a dormir en determinado momento de la noche, se ducha generalmente en el interín de una brecha horaria determinada, entre otros ejemplos.
Me quedé pensando en quién será o habrá sido la persona encargada de establecer esas pautas de “convivencia” (si se quiere…) haciéndolas casi absolutas.
Uno se queja, yo misma me he quejado, sobre su rutina y paradójicamente hoy me doy cuenta de que la tengo tan metida en mi subconsciente (es decir incorporada) que sin quererlo termino reproduciéndola cuando no es necesario que lo haga. La verdad es que lejos de querer quejarme, quiero admitir algo novedoso. Me gusta. Sí, me gusta bañarme en el horario en el que lo hago porque ya tengo calculado los tiempos de la ducha y del secado del pelo. Me gusta irme dormir a tal hora porque como cené en otro momento ya establecido previamente, es el instante ideal para descansar porque no tengo el estómago lleno y ya estoy con modorra y en cuanto a la cena, la verdad es que llega justo cuando empiezo a sentir que el vacío estomacal va a apoderarse de mis entrañas.
Es fantástico elegir tus horarios para todo, la forma, la cantidad y la calidad de las cosas que haces pero hoy (como siempre yo reflexionando sobre cuestiones cotidianas de la vida) me dieron ganas de hacer público el hecho de haberme dado cuenta de que me gusta la rutina de la cual tanto tiempo me estuve quejando. La diferencia es que ahora, esa rutina, es mi rutina y la impuse yo.
Esas situaciones cotidianas que logran exasperarnos al borde de un colapso nervioso y que después, irónicamente, quedan en la memoria... No hay duda, somos animales de costumbre y repetición.
Machaque del momento
- REIKI
lunes, 24 de agosto de 2009
jueves, 20 de agosto de 2009
El oxígeno que nos mata
Y de las vueltas de la vida se trata hoy mi pensamiento. De las paradojas, las verdades que resultan increíbles a pesar todo tipo de análisis, esas conclusiones que por más de que le demos mil vueltas son lo que son y punto.
El oxígeno que nos nutre nos oxida, nos envejece, nos va secando, nos está matando. Es un arma de doble filo de alguna manera ya que es necesario y elemental para subsistir pero a la vez nos va secando como si fuéramos pasas de uva.
Y si uno extiende este pensamiento más allá de este planteo, puede darse cuenta de que con muchas cosas, personas y situaciones sucede algo similar.
Hace no mucho tiempo estaba opinando sobre los antónimos, los opuestos y lo indispensable que son para sí mismos entre sí porque validan y justifican la existencia del otro, en este caso estimo que debe ocurrir lo mismo. Si deliro un poco más y me sumo a quienes piensan que todo lleva consigo una dosis de sacrificio puedo leerlo en esos términos al razonar que el oxígeno precisamente porque nos permite disfrutar, reír, divertirnos, amar, llorar y sentir es que a la vez nos va quitando esplendor, va corrompiendo nuestros cuerpos, nos va, como dije anteriormente, oxidando.
Interrogante inocente: y si respiráramos más despacio, con menor frecuencia acaso ¿viviríamos más tiempo o mejor?
El oxígeno que nos nutre nos oxida, nos envejece, nos va secando, nos está matando. Es un arma de doble filo de alguna manera ya que es necesario y elemental para subsistir pero a la vez nos va secando como si fuéramos pasas de uva.
Y si uno extiende este pensamiento más allá de este planteo, puede darse cuenta de que con muchas cosas, personas y situaciones sucede algo similar.
Hace no mucho tiempo estaba opinando sobre los antónimos, los opuestos y lo indispensable que son para sí mismos entre sí porque validan y justifican la existencia del otro, en este caso estimo que debe ocurrir lo mismo. Si deliro un poco más y me sumo a quienes piensan que todo lleva consigo una dosis de sacrificio puedo leerlo en esos términos al razonar que el oxígeno precisamente porque nos permite disfrutar, reír, divertirnos, amar, llorar y sentir es que a la vez nos va quitando esplendor, va corrompiendo nuestros cuerpos, nos va, como dije anteriormente, oxidando.
Interrogante inocente: y si respiráramos más despacio, con menor frecuencia acaso ¿viviríamos más tiempo o mejor?
miércoles, 19 de agosto de 2009
La magia de los olores
Permítanme desplomar un poco de sensibilidad…
Hoy caminaba por una de las avenidas más grande que hay en la ciudad, el sol iba bajando (mi horario favorito del día es el atardecer) y yo estaba feliz observando las sombras de los árboles, sintiendo esos últimos rayitos del sol, contemplando el cielo de color rojo, naranja, violeta, una mezcla increíble. Iba mirando a la gente que con cara de placer volvía a su casa después de un día de trabajo, cuando de repente pasó una señora por al lado mío y en menos de un segundo hizo que yo reviviera mi infancia, tenía el mismo perfume que usaba mi abuela. Fue loquísimo. De pronto, yo tenía 14 años otra vez y estaba con ella en la cocina de mi casa discutiendo acerca de cómo tenía que ir peinada a la escuela o no. Era inevitable el discurso acerca de lo que era adecuado en una chica adolescente como yo en su momento. Los abuelos tienen unos valores admirables pero a la vez les cuesta tanto flexibilizarlos…
En fin, las abuelas son de importancia en la vida de todo niño y si bien yo disfruté muchísimo el tiempo que pasé junto a ella, le hice saber cuánto la quería, jugué con ella y la ayudé, hoy sentí una angustia tan fuerte al darme cuenta de que con un simple olor podía estar casi reviviéndola a ella, a mi abuela que ya se fue, a mi, por siempre, TATI.
Los olores tienen esa característica fascinante, en una milésima de segundo nos transportan al pasado, a otro lugar, a otras personas, a otras emociones…
¡Qué fuerte que son los sentidos de la mano de semejantes emociones!
Hoy caminaba por una de las avenidas más grande que hay en la ciudad, el sol iba bajando (mi horario favorito del día es el atardecer) y yo estaba feliz observando las sombras de los árboles, sintiendo esos últimos rayitos del sol, contemplando el cielo de color rojo, naranja, violeta, una mezcla increíble. Iba mirando a la gente que con cara de placer volvía a su casa después de un día de trabajo, cuando de repente pasó una señora por al lado mío y en menos de un segundo hizo que yo reviviera mi infancia, tenía el mismo perfume que usaba mi abuela. Fue loquísimo. De pronto, yo tenía 14 años otra vez y estaba con ella en la cocina de mi casa discutiendo acerca de cómo tenía que ir peinada a la escuela o no. Era inevitable el discurso acerca de lo que era adecuado en una chica adolescente como yo en su momento. Los abuelos tienen unos valores admirables pero a la vez les cuesta tanto flexibilizarlos…
En fin, las abuelas son de importancia en la vida de todo niño y si bien yo disfruté muchísimo el tiempo que pasé junto a ella, le hice saber cuánto la quería, jugué con ella y la ayudé, hoy sentí una angustia tan fuerte al darme cuenta de que con un simple olor podía estar casi reviviéndola a ella, a mi abuela que ya se fue, a mi, por siempre, TATI.
Los olores tienen esa característica fascinante, en una milésima de segundo nos transportan al pasado, a otro lugar, a otras personas, a otras emociones…
¡Qué fuerte que son los sentidos de la mano de semejantes emociones!
domingo, 16 de agosto de 2009
En el interior uterino
Si tengo miedo cuando voy a dormir y me tapo con la sábana hasta la nariz inclusive ¿realmente me siento más protegida?
Siempre creí que al estar adentro de la cama, cómodos, calentitos y relajados, los seres humanos revivimos la sensación de satisfacción, cuidado, amor y protección que sentimos en el interior uterino de nuestra madre.
De alguna manera, pasamos la vida entera en busca de esa seguridad, esa sensación tan placentera de que estamos a salvo en un lugar, físico, emocional o intelectual. Yo creo que en ese segundo que es la antesala al sueño profundo revivimos algo de esa sensación y recién ahí podemos dormir plácidamente.
Si bien no tenemos recuerdos conscientes de esa etapa de nuestra vida, es evidente que el cuerpo tiene memoria y debe recordarlo, por eso será que acudimos a la tan cómoda posición fetal cuando algo nos preocupa (al menos yo lo hago).
Quería compartir con ustedes esta idea que ayer a la noche cuando no podía dormirme estuve pensando, y hoy de día, desde ya que no tiene el mismo sentido que yo le dí a la noche.
Mmm... no creo que esté tan errada ¿no?
Siempre creí que al estar adentro de la cama, cómodos, calentitos y relajados, los seres humanos revivimos la sensación de satisfacción, cuidado, amor y protección que sentimos en el interior uterino de nuestra madre.
De alguna manera, pasamos la vida entera en busca de esa seguridad, esa sensación tan placentera de que estamos a salvo en un lugar, físico, emocional o intelectual. Yo creo que en ese segundo que es la antesala al sueño profundo revivimos algo de esa sensación y recién ahí podemos dormir plácidamente.
Si bien no tenemos recuerdos conscientes de esa etapa de nuestra vida, es evidente que el cuerpo tiene memoria y debe recordarlo, por eso será que acudimos a la tan cómoda posición fetal cuando algo nos preocupa (al menos yo lo hago).
Quería compartir con ustedes esta idea que ayer a la noche cuando no podía dormirme estuve pensando, y hoy de día, desde ya que no tiene el mismo sentido que yo le dí a la noche.
Mmm... no creo que esté tan errada ¿no?
sábado, 15 de agosto de 2009
Que se agarre el cielo…
Últimamente vengo preguntándome a mi misma ¿por qué las cosas suceden cuando estoy dándome por vencida? Parece una broma, una tomada de pelo.
Hay veces en las que llego a sospechar que existe alguien que está controlando mi vida de manera omnipresente todo el tiempo y, prácticamente, juega conmigo permitiéndome suspirar de alivio o plenitud cuando mi cuerpo ya está invadido por esa tan incómoda sensación de derrota.
Recién estuve enumerando los momentos y las cosas en las que me ocurrió lo mismo y quedé sorprendida al darme cuenta de que vengo con una racha considerable de fracasos. Hay gente que dirá que un tropezón no es caída, yo digo que estar teniendo tropezón tras tropezón es peor que tener una buena caída. De alguna manera, una vez que estás en el suelo es cuestión de levantarte pero cuando no dejás de tropezarte… MOMENTITO.
Desde hace poco parece estar cambiando mi suerte, no creo mucho en la casualidad pero si creo en que uno puede hacer cambios de actitud para mejorar la energía del entorno.
Solucionados los problemas técnicos, puedo decir que creo estar de vuelta… y para quedarme.
A mi misma un deseo: ¡¡¡¡¡feliz estreno de etapa!!!!! Ahora sí, que se agarre el cielo.
Hay veces en las que llego a sospechar que existe alguien que está controlando mi vida de manera omnipresente todo el tiempo y, prácticamente, juega conmigo permitiéndome suspirar de alivio o plenitud cuando mi cuerpo ya está invadido por esa tan incómoda sensación de derrota.
Recién estuve enumerando los momentos y las cosas en las que me ocurrió lo mismo y quedé sorprendida al darme cuenta de que vengo con una racha considerable de fracasos. Hay gente que dirá que un tropezón no es caída, yo digo que estar teniendo tropezón tras tropezón es peor que tener una buena caída. De alguna manera, una vez que estás en el suelo es cuestión de levantarte pero cuando no dejás de tropezarte… MOMENTITO.
Desde hace poco parece estar cambiando mi suerte, no creo mucho en la casualidad pero si creo en que uno puede hacer cambios de actitud para mejorar la energía del entorno.
Solucionados los problemas técnicos, puedo decir que creo estar de vuelta… y para quedarme.
A mi misma un deseo: ¡¡¡¡¡feliz estreno de etapa!!!!! Ahora sí, que se agarre el cielo.
miércoles, 12 de agosto de 2009
Un átomo de silencio
Esto es una breve pausa, un espacio, un silencio, una coma...
Me fui pero tengo la certeza de que ya volveré, malditas cuestiones técnicas.
Me fui pero tengo la certeza de que ya volveré, malditas cuestiones técnicas.
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