Machaque del momento

  • REIKI

miércoles, 29 de diciembre de 2010

The show is over, say goodbye

En ningún lugar te enseñan qué hacer cuando la vida te disgusta fuertemente y genera en vos un estado de sorpresa alarmante. Nadie te ayuda a sobrellevar la desilusión que a veces genera un vínculo. Tendemos a creer que a lo largo del tiempo todo va a estar mejor al punto de que cuando no lo está, apostamos a que las cosas pueden cambiar y consecuentemente mejorar. Pero ¿qué pasa cuando no lo hacen? ¿Qué sucede cuando del otro lado hay una pared? La irreversibilidad de los hechos me encandila, hace que no pueda sentir otra cosa que no sea tristeza.

Me atrevo a decir que durante todos los años de relación yo entregué, estuve, permití, concedí, disculpé y acepté pero cuando pude mirar todo desde otra perspectiva, ahí fue cuando no me sentí nada bien entonces hablé solicitando un cambio, tal vez una reconsideración de movimientos (cual manotazo de ahogado) pero fue sin sentido porque a quien se lo estaba pidiendo le era imposible decodificar mis palabras, de hecho, creo que jamás lo supo hacer por dos motivos, el primero fue porque se durmió en los laureles sin considerar la idea de que un vínculo se construye día a día desde lo cotidiano y, en segundo lugar, porque su capacidad de atención fue disminuyendo notablemente con el tiempo permitiendo que se le escapen ya no solamente detalles.

Eligió otras prioridades. Quizás un poco me molestó no haber sido parte de esa elección pero la etapa de asimilación por suerte pasó (tiendo a ser bastante obsesiva buscando culpas y echándolas sobre mis hombros) y ahora entiendo que no soy yo quien sale perdiendo.

El factor sorpresa siempre es lo que queda resonando en mi cabeza. Yo creo tanto en la gente que elijo que cuando pasan cosas como las que acabo de describir me lleva mucho tiempo dejar de estar tan sorprendida… No, no esperaba este desenlace, en verdad no esperaba ni quería un desenlace.

lunes, 6 de diciembre de 2010

¡Qué compra difícil!

Para una mujer, la compra de indumentaria más difícil de cada año es, sin dudas, la de la malla.
Parece mentira que haya pasado un año desde aquel momento cuando a fin del año pasado decidí que iba a seguir con las mallas que tenía en mi placard durante ese nueva temporada porque ninguna de las que me estaba probando me quedaba bien. Hace dos años que evito enfrentarme a dicha compra. Hasta hoy.
Lo cierto es que las bikinis que tengo ya están gastadas y con arena entre el tejido, precisaba una malla presentable. La primera idea que tuve fue comprar una malla entera, tal como la que uso para ir a natación. Me probé una y la verdad es que no me desagradó sin embargo cuanto más me miraba al espejo, mayor intensidad cobraba el pensamiento de que acceder a dicha compra era prácticamente rendirme ante lo que veía, dejar de intentar, esconderme detrás de más tela.
La vendedora, Rafaela, se acercó a mi probador y me dijo: “sos demasiado joven para esconderte detrás de una malla entera”. Fue tan dulce, tan maternal y tan acorde a la línea de pensamiento que estaba esbozando recientemente que accedí y terminé, después de dar un par de vueltas, eligiendo una bikini linda y sencilla, que honestamente no disimula nada pero lo que deja ver, es lo que hay. Al fin y al cabo, de eso trata todo, de la autenticidad, de lo real, de lo que tengo.
No voy a hacer otra vez la promesa anual de intentar verme mejor el próximo verano porque me conozco y no quiero desilusionarme más pero al menos, voy a tratar, sí, eso sí.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

El atroz encanto de ser profesor

¡Un aplauso para la profe! Propuso uno de los alumnos y cinco segundos después ella se puso colorada. Con el fin de desviar las miradas, cambió vertiginosamente el tema de diálogo y continúo con su clase.

Todas las semanas me enfrento a un mismo interrogante ¿Qué tengo yo para decirle a toda esta gente? Después de varios minutos de extenso pensamiento intentando organizar las ideas para plasmarlas en papel y consecuentemente armar una clase, cuando decido sobre qué hablar, automáticamente empiezo a cuestionarme si les resultará relevante lo que tengo para decir. Como no tengo la respuesta para esa pregunta (y prefiero evitar elegir la respuesta yo misma) empiezo a divertirme eligiendo cómo voy a presentar los contenidos casi con el mismo entusiasmo que tiene quien quiere sorprender a un otro al relatar una anécdota. Después de atravesar esta situación durante varios meses llegué a la conclusión de que en la lucha contenido versus forma, no siempre sale victorioso el contenido sino todo lo contrario. Estamos tan rodeados de estímulos que a medida que pasa el tiempo es más difícil llamar la atención, despertar debates o generar incentivo.
Entusiasmo, interrogantes, desarrollo y debate sugiero y, créanme que, ellos no sólo lo aceptan sino que se comprometen. Opinan, juzgan, critican, preguntan, anotan…

Qué lindo que es tener algo para decir. Qué lindo que es tener quién lo escuche. Qué lindo que es estar enseñándole algo a alguien Y qué lindo que es que valoren tu aporte.

sábado, 14 de agosto de 2010

Mi abuelo está enamorado

Hoy es un sábado frío y gris en la ciudad, salí a caminar y cuando eran cerca de las cinco de la tarde, llamado de por medio, me invité a tomar el té a la casa de una de las personas que más admiro en el mundo: mi abuelo.

Mi abuela materna falleció hace más de seis años. Su muerte fue algo tan trágico, triste e inesperado que creo que aún no pude elaborar el duelo como debería haberlo hecho. A cada uno de nosotros nos lleva un tiempo diferente entender cómo de un momento para el otro, una persona increíble con todo su despliegue emocional, intelectual y físico puede desaparecer (porque para mí dejar de existir es desaparecer). Tengo que admitir que hay muchas cosas que me llevan un tiempo considerable hasta que las acepto y su muerte no fue el único ejemplo

Mi abuelo tiene 83 años y una novia cuatro años menor que él. Al principio, entender el por qué de esa realidad era algo que me generaba negación y, en algunas circunstancias, dolor porque, infantilmente, creía que ella ocupaba el lugar de mi abuela cuando en verdad no es así.

Hoy mi abuelo tiene ganas de vivir, de proyectar, de planear, de viajar, de divertirse, todo porque está enamorado. Tiene una novia y lo vive como se disfruta aquel primer noviazgo en la adolescencia, sólo que a diferencia de ese entonces, el cuerpo ya no es el mismo y la experiencia les ha dado buenas razones por las cuales aprovechar cada minuto que pasan juntos como si fuera único.
De la vida de ella conozco hasta donde ella nos muestra y la verdad es que después de pensar varias veces en el tema, llegué a la conclusión de que no me importa como sea ella sino las emociones y los sentimientos que le genere a mi abuelo. Cuando él habla de ella se le ilumina la cara, veo en sus ojos un brillo que inspira tanta ternura… que logro entenderlo todo. Y sin embargo, como soy la típica clase de personas que le gusta preguntar todo, le dije: “abuelo ¿La extrañas a la abuela?” Y ¿saben qué me respondió? “Querida, yo me casé una vez en la vida y fue con la abuela, la respeté, la cuidé y la amé cada día que vivió. Hoy estoy conociendo a una muy buena persona con quien nos acompañamos, paseamos, charlamos y nos reímos, nos reímos tanto…”
Y sí, está feliz, está contento y a mí me llena el alma pensar en que a su edad pueda hablar y sentirse así, permitirse estar en donde quiere estar.
Me llena de entusiasmo, es un lindo ejemplo el de mi abuelo.

miércoles, 4 de agosto de 2010

Pausa Romántica

Cuando una mujer se predispone a pasar todo un día entero en su casa trabajando en material de redacción es sabido que llega un punto en el que hace una pausa para algo. En mi caso, hoy la pausa la caratulo como romántica. Me serví el fondito del Bailey´s que quedaba en la repisa, le puse un hielo y, mientras se enfriaba, busqué el mejor CD de Luís Miguel (Primer romance) y bailé lento sola con el Bailey´s en la mano derecha.

Muchas mujeres negamos la existencia de este tipo de momentos. Si bien es cierto que la mayoría del tiempo me gusta escuchar otro tipo de música, hay ratos en donde “contigo en la distancia”, “la puerta se cerró después de ti” y “Usted es la culpable…” Me hacen pasar un buen rato.

Además jamás voy a darle la razón a mi madre quien es una fan y amante incontrolable del intérprete en cuestión.

Shhhhhh (Estoy re atrasada con el trabajo).

viernes, 30 de julio de 2010

Descubri-miento

Los cinco últimos descubrimientos que hice en mi vida y apliqué a mis usos cotidianos:

1)Reemplacé el azúcar blanco por azúcar negra. Es RIQUISIMO!
2)Reemplacé la ensalada mixta por la de rúcula, queso y tomate. Una GLORIA.
3)Perdí el miedo al gas y empecé a dejar la estufa prendida a la noche. CERO CONTRACTURA.
4)Los domingos desayuno un café con leche (mitad y mitad) con tres panes franceses tostados con manteca derretida y mermelada de arándanos encima. Un excelente DESPERTAR.
5)Descubrí que a la gente le gusta mi sonrisa. Hoy me regalaron un caramelo por sonreír. FANTASTICO.

sábado, 24 de julio de 2010

De canillita a campeón

Hay mucha gente que cuando te cuenta su historia hace hincapié en que de un momento al otro de tener nada pasó a tenerlo todo. El común denominador entre este grupo de personas es que el secreto del éxito ninguno de ellos te lo da, no por generar misterio sino porque creo que no lo tienen. Desconfío por completo de que ese secreto exista, es una excusa para no asumir la manera ilícita en la que llenaron sus bolsillos y sus casas o para no reconocer el esfuerzo y sacrificio que han hecho para estar sentados en la silla en la que se encuentran. A veces me pregunto ¿sentirán vergüenza de haberse esforzado? En fin…
Hace unos días mantuve una conversación con una persona que demuestra llevarse el mundo por delante y, si bien no me atreví a decirle en la cara lo que sentí al escucharlo, admito que toda su fantochada me generó bastantes ideas. Una de ellas es anular el mito existente de que de la noche a la mañana uno vaya a lograr estar en donde quiere estar.
Los materialistas quizás entiendan el concepto de campeón en números o pertenencias, yo lo entiendo como la consecución satisfactoria de un objetivo, de una idea, de un sueño, de una ilusión. Y ¿Cómo es la forma para lograrlo? No tengo la más remota idea pero por ignorar dicha respuesta, no voy a darme por vencida al contrario voy a mantener encendido el deseo y, paso a paso, voy a llegar a puerto. Aseguro que una vez que lo haga, me voy a permitir contar si esa llegada fue a un muelle agradable, tétrico o lo suficientemente hermoso como para quedarme a pasar por sus alrededores.

lunes, 19 de julio de 2010

Vos ¿sos Tita o Rhodesia?

El mundo siempre se divide en dos. Tengo en la cabeza infinidad de ejemplos que justifican que pertenecés a un bando o pertenecés al otro.
El punto al que voy es que en una divertida reunión entre amigos empezamos a mencionar ejemplos que dividían al grupo en dos, membrillo versus batata, cerveza versus vino, montaña versus mar, entre otros. El más conflictivo resultó ser el ejemplo que da título a estas palabras.
Yo les pregunto a ustedes ¿qué prefieren Tita o Rhodesia?
Descubrí que el mundo se separa entre TITA y RHODESIA.

¡Yo soy RHODESIA a muerte!
Para comer una tita prefiero mil veces la galletita de limón cubierta con chocolate de Havanna.

martes, 13 de julio de 2010

Me gustás ¿y qué?

Esta tarde mientras iba caminando, muerta de frío, a dar clase estaba pensando en cuáles son los parámetros indicadores de que EL es la persona indicada. No hay lógica o raciocinio que pueda operar en esta consigna, creo que todo se reduce meramente a lo senso-perceptivo ¿verdad?
El enamoramiento, el amor, las risas, las comidas, las intimidades, los viajes, los llantos, los planes, las fotos, los bailes, las cartas, los regalos, la compañía. ¡Qué conceptos tan inmensos algunos de éstos! Si quisiera puedo brindar horas de descripción de cada uno de ellos y, ahora mientras los pienso, siento un escalofrío correr desde los dedos en punta de mis pies hasta la cabeza y juro que se me hielan las venas conduciéndome a sonreír de nervios, creo. Después de tanto tiempo amo ponerme nerviosa al pensar en vos, de alguna forma me remite a esas mariposas en la panza de los primeros meses, me encanta.
Me encanta como me gustás. ME ENCANTA.

miércoles, 23 de junio de 2010

¡Vamos Argentina!

Actualmente la vida se divide en dos tiempos, por un lado están los momentos en donde juega el equipo argentino y, por el otro lado, están los momentos en los que no lo está haciendo.
Querido ciudadano, si usted necesita o quiere cualquier tipo de producto o servicio asegúrese de satisfacer dicha necesidad antes o después de cualquier partido porque el mundo, créame, se detiene mientras tanto.
Aparentemente cuando juega la selección, nadie puede hacer otra cosa más que observarla. Los médicos adelantan los turnos, los horarios de trabajo en todos los comercios repentinamente son más flexibles, los bares lanzan promociones para cautivar a los clientes, los taxis se detienen, no hay quien desobedezca a los semáforos y los colectivos llegan todos atrasados. Cuando estamos jugando el mundial todos somos patriotas, todos somos una unidad, ahí sí que todos somos argentinos.
Déjenme decir que me encanta ver los partidos de fútbol de nuestra selección, no estoy quejándome. De hecho, los veo con felicidad, ansiedad y hasta creo que con emoción. El punto al que voy es que me gustaría que ese instinto de unión, solidaridad y empatía lo tengamos más seguido, no cada cuatro años, no me conforma vestir la celeste y blanca únicamente con Diego como DT, sería fabuloso poder decir cada día de nuestra vida: somos argentinos y atrevernos a defenderlo con orgullo. Creo que estamos lejos de lograrlo pero alguna vez oí decir que la esperanza es lo último que se pierde ¿será cierto?

jueves, 10 de junio de 2010

Delincuencia ¡presente!

No te esfuerces. Llevate lo mío, hacé como si fuera tuyo. Esa situación es la realidad cotidiana de cualquier comerciante en nuestro país.

La primera pregunta que viene a la mente de cualquier persona después de saber que la misma ha sido asaltada es consultar si le han hecho algo. ¿Te hicieron algo? ¿Te lastimaron? Es sabido que el dinero, lo material en general, va y viene, hoy lo tenés y quizás mañana ya no. Pero me indigna, me enoja, me da resentimiento pensar en toda esa gente que cree en que sin esfuerzo se llega a alguna parte, toda esa gente que se cree dueña de sacarle al otro lo que le pertenece. Ante dicha pregunta quiero dejar en claro mi punto de vista, creo que es evidente que a la persona asaltada le han hecho algo, en los casos con suerte cuando no hay daño físico, se produce un gran daño emocional y psicológico. La semilla del miedo queda sembrada y sus frutos comenzarán a tapar varios horizontes. La gente ya no quiere proyectar, me corrijo, la gente quiere pero tiene miedo de proyectar. Es tan decepcionante, ese es mi país, el tuyo, el nuestro.
Argentina cada vez va más en caída y lo que me avergüenza por sobre todo es que cada vez a menos gente le importa, a medida que pasa el tiempo nos vamos enfriando, escuchamos tantas barbaridades alrededor que el factor sorpresa ya dejó de despertar emociones, nada nos está asombrando. Es preocupante pero a la par en mí despierta tristeza, ese tipo de tristeza que se siente cuando se piensa en el olvido. Esa tristeza profunda que siempre está acompañada de una sensación inmensa de vacío y soledad, como si estuvieras caminando por un pasillo oscuro, largo y silencioso que desconocés adonde conduce…

A mi me gustaría reformular las raíces del concepto del trabajo, la consciencia, la necesidad, el esfuerzo, la delincuencia, la sorpresa y la verdad es que no sé como hacerlo. Estoy desorientada, triste y preocupada.

Lo único de lo que hoy estoy segura es que las situaciones extremas de la vida nos hacen replantear la escala de valores que venimos manejando y hoy para mí lo más importante de todo es hacerle saber a la gente que amo, la intensidad con la que lo estoy haciendo.

Finalmente insisto en algo que ya lo dijeron varias personas: LOVE IS ALL YOU NEED.

viernes, 28 de mayo de 2010

Simplemente un juego

Nos enseñan a jugar al teléfono descompuesto cuando somos niños para ir aprendiendo que la vida social, principalmente, será eso en nuestro futuro.
La gente no sólo habla porque puede sino porque le gusta. Todos hablan porque es gratis, corren rumores porque es divertido, lastiman porque pueden y se callan cuando no deben hacerlo. Llega el momento de hacerse cargo de las palabras y ahí, justo ahí, a las palabras se las llevó el viento. Lo que nunca nos cuentan es que el viento, como con las basuras, las pelusas y las hojas de los árboles en otoño, arrastra hasta algún punto. El viento no sopla eternamente y a mí me preocupa eso, el punto en donde deja de hacerlo porque allí es donde se amontonan las hojas secas, las basuras, las pelusas y las palabras.
Y por más de que llames a un plomero, esa bocacalle estará obstruida por largo tiempo.
Algunas veces el azar interfiere, como en cada aspecto de la vida, haciendo que el viento sople por lugares abiertos y despejados, eso está bueno porque traslada las peleas a otras localidades y yo pienso: si la gente cree que uno puede (no significa que quiera) tener amores en localidades diferentes ¿por qué uno no puede tener peleas estancas en otros sitios? Al fin y al cabo, son promesas de peleas para el futuro, delimitando los lugares adonde volver, para enfrentarlas, o por donde jamás pasar en nombre de la preservación.
Una vez una persona a quien respeto bastante me dijo que era más inteligente quien sabía cuando debía callar que quién hablaba para dejar una buena impresión. Yo no entendí a qué se refería, hoy le doy la razón.

domingo, 9 de mayo de 2010

Arráncame las hojas, de un tirón.

Los domingos cambiaron de color desde hace diez meses. Ya no son grises, aburridos, pesimistas, encallados o merecedores de olvido. Se han convertido en todo lo contrario, son la vida misma. Los últimos domingos vienen siendo puro color, movimiento y sonido. Reflejan mi espíritu, mis ganas de planear, mi plenitud, mis alas en alguna medida.
Para poder hablar objetivamente debo decir que lo que ha cambiado únicamente es mi locación, el lugar desde donde hablo, miro, decido y aprendo. El resto es puro entorno, contexto que genera empatía conmigo desde que está sin mí. La vida es un conjunto de lugares vacíos y llenos, completos o nulos, medidos o extremos. Siento toda ambivalencia presente en mis sentidos y hoy, un domingo de otoño cualquiera, reconozco algo por primera vez en mi vida que me atrevo a valorar: ADORO EL OTOÑO. Me genera tantas sensaciones esta estación que me resulta casi indescriptible la mezcla de emociones que siento cuando intento transmitirlo mediante palabras. Creo que los colores del otoño, los cambios naturales, la caída de las hojas de los árboles, el frío, la frazada, el mate cocido con leche, los guisos de lentejas, los sweaters de lana, las medias de abrigo, los radiadores, la sopa de arroz, la ducha hirviendo, las botas, las poleras, las bufandas, los gorritos, el chocolate en cantidad desmedida… son tantas las cosas que hacen que ame el otoño, créanme que éstas que mencioné son tan solo algunas de ellas.

miércoles, 5 de mayo de 2010

La ola está de fiesta

Yo pertenezco a la generación que creció junto a Flavia, Pelín y sus canciones. Las veces que habré bailado y cantado todos los temas de la ola está de fiesta me resultan incontables.
En la casa que vivía cuando era chica teníamos el equipo de música en el comedor. Recuerdo perfectamente la mesa de madera antigua, las diez sillas alrededor suyo, los dos muebles que eran de mi bisabuela, una alfombra gris larguísima que iba desde el comedor hasta el zaguán de aquella casa tipo chorizo. El equipo estaba en el medio del comedor contra una pared salpicré color verde agua y, por delante suyo, pasaba el tendido de aquella vieja alfombra. Ese era mi escenario y, generalmente, el desodorante en aerosol de mi mamá era el micrófono.
El equipo de música era muy viejo. Para que puedan tener una idea, la mayoría de mis compañeras de la escuela ya tenían reproductores de cd, mientras que yo seguía usando los malditos cassettes ¡Qué valiosos que eran esos cassettes! Ya no existe la mística de cuidar de su cinta para poder oír mil veces los mismos temas. Play, Rewind, Stop, Play. ¡Qué secuencia fastidiosa!
Estas líneas vienen a cuenta porque encendí el televisor para hacer un poco de zapping y ví a Flavia, mi ídola (¿?), vestida como si fuera un gato, hablando de que estaba junto a un pibe mucho más joven que ella… me pregunto ¿adónde se van nuestros ídolos? ¡Qué vergüenza que me dio verla allí! Confieso que no me quedé escuchando esa entrevista, cambié de canal. Prefiero quedarme con el recuerdo que elijo tener de mi infancia y no con este.
Ella no es más que una persona que tuvo diferentes roles y trabajos en la vida. A veces estamos de pie sobre un sitio y, al tiempo, ya pasamos hacia otro.
Yo soy de las que quedan prendidas a las sensaciones intensas, a los amores profundos, a algunos ideales. En este caso, que triste resulta la realidad cuando recuerdo toda aquella idealización que hice sobre su personaje, al final del cuento, nunca consideré que era una persona.

jueves, 22 de abril de 2010

Un aplauso para el asador

Quiero decirle al mundo que odio cada vez que alguien, con la boca llena de achuras, grita “un aplauso para el asador”. Fíjense que siempre es al iniciar la comida, nadie lo grita cuando se sirve el vacío, es un ritual que marca el inicio del asado casi obligatoriamente.
El problema surge cuando me doy cuenta de que es mucho más trabajoso y demanda un mayor esfuerzo enjuagar las verduras, armar ensaladas, poner la mesa para veinte personas y tener que lavar la vajilla llena de grasa de tantos comensales luego de dicha comida.
Es sabido que hay una cuestión bastante machista en torno a hacer un asado, tener tu propio cuchillo, encender el fuego, hacer buena cantidad de brasas, poner la carne encima suyo… el resto es sólo esperar. Eso sí, esa espera siempre es en compañía de un par de vinos previos al almuerzo. ¡Qué difícil que es esa espera!
Yo no quiero ofender a ningún argentino que haga un rico asado en su día libre, ni siquiera a las mujeres que fomentan o sostienen a esos asadores, sólo quiero hacer pública mi indignación cuando en cada lugar que voy escucho “un aplauso para el asador”. No hay vez que deje de pensar en el aplauso inexistente dedicado a quien fue a la carnicería, cargó todos esos kilos de carne hasta la heladera, organizó el espacio en la heladera para que entre en ella semejante cantidad de comida, hizo malabares con las ensaladas para que sean suficientes y, por sobre todo, para que nadie se queje por como están condimentadas, para quien limpia toda la vajilla, incluyendo la grasa que queda en la parrilla después de cada uso… en fin, alguna vez después de cumplir con el ritual machista de aplaudir al asador para que pueda comer tranquilo, voy a pedir un aplauso para nosotras, esas mujeres que vamos detrás de cada detalle que el asado requiere.
Aunque es cierto que sin estos hombres que hacen nuestros asados, no habría queja.

Mentira………si no tuviéramos a nuestros asadores ¡¡¡aprenderíamos y los haríamos nosotras!!!

Creo de que después de publicar estas palabras, me quedé sin asado de por vida.

miércoles, 14 de abril de 2010

Ring Ring Ring

…porque Dios está en todas partes pero tiene oficina comercial en Capital Federal.
Sí, eso pensé hoy después de recibir tres llamadas de diferentes lugares en mi teléfono y al pedirme que confirme el horario de reunión para los días entrantes nadie, créanme que absolutamente ninguna de las tres personas cuando me dijo el número adonde tengo que llamar para confirmar horario, antepuso el prefijo que debía agregar antes del resto de los números. Resulta ser que dan por sentado que el 011 está presente, lo tenés que saber, es un sujeto omnipresente en la vida de la gente, aparentemente.
Lejos de mí está la idea de ser arrogante pero honestamente sé muy bien cual es el prefijo que tengo que discar para comunicarme, el punto al que voy es ¿por qué si una persona llama a un número de teléfono del interior de la provincia no aclara de donde habla y consecuentemente informa todos los números pertenecientes al lugar que representa?
No voy a generalizar porque odio que la gente generalice pero creo que la mayoría de los porteños se creen que son todo y que tienen el mundo a sus pies. ¡Cómo me molesta!

sábado, 3 de abril de 2010

Mortimer sin duda

Otra vez lo cotidiano me deja pensando en los problemas de alineación y balanceo que tengo en la cabeza.

Termino de comer y es casi automático el movimiento. Levanto los platos y a lavar la cocina. Si no lo hago mientras estoy terminando de masticar el último bocado del almuerzo o de la cena me agarra semejante vagueza que pueden los platos permanecer sucios por varios días sin que yo me digne a enjuagarlos. Parece que se ha vuelto un mecanismo operativo de mi sistema; terminar de comer y a lavar todo muy rápido. Es como si hubiese alguien apurándome o como si escuchara el ruido de un perturbador tic tac tic tac que me hiciera creer que se está venciendo el plazo del proceso culinario. Ah! Déjenme aclarar que para mí, tanto el almuerzo como la cena, son todo un proceso que comienza en el momento en el cual pienso en que quiero comer y termina cuando dejo la vajilla reluciente reposando en el apoya platos.
Otra característica que tengo es que jamás seco la vajilla. Tengo veinte repasadores divinos, de diversas formas y colores pero no les doy uso. La vajilla se seca sola, reposando, al aire. Me gusta evitar los hongos y de esa forma lo consigo sin grandes esfuerzos. Además soy muy desprolija, si secara los platos siempre les dejaría alguna que otra gotita de agua y odio la humedad, prefiero el secado a intemperie, es más efectivo, me da más confianza.
Yo primero lavo los vasos, después los cubiertos, le siguen los platos y por último están las cacerolas que previamente llené con agua para ir despegando la mugre.

Sepan que soy extremista como muchas e intensa como pocas.

lunes, 1 de marzo de 2010

Viveza argentina

Salí a dar una vuelta en busca de una camisa, lisa, blanca y mangas cortas. No la encontré. Cuando busco algo sencillo, todo es con detalles y cuando quiero algo con garabatos la onda es usar cosas simples. Esa soy yo, esas cosas me pasan a mí.
En el camino de vuelta a casa veo a una mujer que llevaba en el asiento trasero del auto a tres niños, detiene la marcha del vehículo a mitad de cuadra y le pregunta a los gritos a un muchacho que estaba bajando la cortina de un comercio de plásticos si podía venderle una tabla para planchar. Acto seguido, el muchacho en cuestión la mira y sutilmente levanta los hombros mientras le decía: “el negocio ya cerró”. La mujer enfurecida le suplica que necesita si o si esa tabla y después de un par de frases de ida y otras de vuelta, el muchacho accede al pedido de la señora, abre las puertas y le ofrece desde adentro las distintas variedades. Sí, fue una compra desde el auto.
El punto es que me quedé pensando ¿Qué tiene en la cabeza es mujer que no se da cuenta de que ese hombre se quería ir a la casa en vez de estar ofreciéndole una tabla de planchar? Ya había tenido todo el día para vendérsela pero no. Ella fue justamente cuando cerraban, me atrevo a decir que en el camino de vuelta a su casa se acordó y al pasar por ese comercio hizo el intento.
Esto pasa en nuestro país, en donde no se respeta a la persona que está al lado nuestro, al que terminó su jornada de trabajo y quiere ir a descansar, al que tiene en mente algo diferente a lo de nuestra cabeza…

Porque estuve en ese lugar aprendí a no hacérselo a nadie ya que, honestamente, es horrible la sensación de impotencia e injusticia con la que después te vas a cenar a tu casa.

domingo, 21 de febrero de 2010

Es domingo ¡me caso con el helado!

Organizar un encuentro, cena o salida con mis amigas es cada vez más difícil. En verdad siempre lo fue pero con el tiempo esta situación viene haciéndose presente cada vez más seguido. Está siendo figurita repetida. La instancia de ser la organizadora de los encuentros, o al menos de intentarlo, ya la abandoné hace rato y ahora estoy empezando a perder el interés en sumarme a sus planes.
Me pone tan de mal humor comerme un plantón faltando menos de una hora para juntarnos que juro que la violencia se apodera de mi cuerpo y generalmente termino canalizándola comiendo alguna cosa rica, hoy es un cuarto de helado (y los tres gustos son de crema…).
No me molesta que ellas no tengan ganas de verme, me molestan las excusas que ponen para no vernos. Prefiero mil, si dije mil, veces que me digan que no tienen ganas de ir a que me vendan un paquete con moño y todo. Encima mientras clavo la cucharita en el pote de este helado, me enojo tanto conmigo misma porque ya estoy pensando en los diez largos en la pileta que voy a tener que hacer para creerme que bajé las calorías que engordé esta noche. Así de vueltera soy, si, ámenme (si pueden).
Al principio me copaba y preparaba algún postre, bizcochuelo, mousse de chocolate pero para ser honesta ahora no hago nada más, de hecho, durante toda la tarde cada vez que suena el celular el primer pensamiento que tengo es el de que seguramente se canceló la reunión por lo que cocinar algo para después atracarme solita a la noche dejó de ser una opción. De ese tren me bajé hace rato por suerte.
Me pregunto por qué uno no puede ser coherente y condescendiente con lo que dijo cuando fue invitado y con lo que siente respecto de esa invitación o del evento el día del mismo. Parece ser que llega el día de vernos y el encanto se rompe, es sustituido por otra cosa que desconozco cual puede ser. La mayoría de la gente debe pensar que mi grupo de amigas es un embole y déjenme decirles que no es así en absoluto. La realidad es que es todo lo contrario, nos reímos toda la noche y volvemos a casa mensajeándonos sobre que tendríamos que reunirnos más seguido sin dejar pasar tanto tiempo, que lo pasamos muy bien juntas y bla bla bla. Nos endulzamos los ojos de manera tal que quizás después no queremos otro encuentro, no queda nada por compartir, ya nos dijimos cuanto nos queríamos y extrañábamos así que estimo que el contrato de amistad por un mes puede darse por cerrado.
Me da mucha lástima admitirlo e ilusa sería si lo callara, creo que la única garantía de que las amigas de mi grupo asistan a una reunión es si las haces dejar una especie de seña (si, estoy hablando de dinero) para reservar algo. No pierden un peso seguro. En eso pongo la firma y me voy a ver un par de capítulos de Sex and the city después de haber confesando este espanto de sensación que tengo hoy.

viernes, 19 de febrero de 2010

Perdé que me gusta

¿Quién alguna vez no gastó un par de fichines en las máquinas que sacan osos? Me atrevo a decir que todos lo hemos hecho y pocos prosperado. Después de gastar varios pesos en intentarlo espero que seamos mayoría los que concluimos en que es más benéfico para nuestra economía ir a comprar el peluche que seguir frustrándonos ante esa máquina. De todas formas el fenómeno que más me llama la atención es la similitud que encontré trazando un paralelo entre esa situación y la vida social en general.
Una pareja de enamorados, un padre a sus hijos, un nene obsesivo o una mujer que en el fondo sigue siendo la niña que fue son los usuarios más típicos de la máquina. Generalmente alrededor de las tres paredes de vidrio se reúne toda la gente de paso a mirar cómo otro ilusionado perderá en ese intento unas cuantas monedas.
Mientras todos echan miradas de furia, envidia y malos deseos (exceptuando a quien acompañe al ilusionado en cuestión) yo estoy prestando atención a las caras y los gestos de dichos espectadores. Todos opinan, descreen, envidian y tienen lástima de quien será la siguiente víctima de esta prueba por conseguir un peluche.
Después de diez o doce intentos, algún ilusionado consigue alzarse con el premio y al hacerlo arranca en su entorno el cuchicheo de cuan afortunado fue con tan poca habilidad, acto previo de pensar que querrá conseguir esa persona a cambio del peluche cuyos rasgos, si uno se fija, son horribles pero se lo debe ver hermoso ya que fue un buen desafío conseguirlo.
Qué increíble me resulta que cómo mínimo quince personas hayamos detenido nuestro rumbo para ver perder a algún grandulón su expectativa frente a ese oso deforme que está esperándonos adentro de esa máquina.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Sálvese quien pueda

Llegué a las nueve de la noche, cuando me di cuenta ya habían pasado casi tres horas desde que la reunión había empezado. Era increíble pero con todo ese grupo de gente seguíamos divirtiéndonos.
Con la mayoría de ellos éramos casi extraños ya que jamás habíamos tenido una charla íntima, sin embargo un par de cervezas, las luces tenues y un ambiente relajado consiguen la liberación de cualquiera.
Ellos fueron mis compañeros de trabajo durante un año, hoy son casi desconocidos. Lo único que nos une es el recuerdo del tiempo que compartimos ese año y a mi me llama poderosamente la atención la forma en que los individuos nos animamos a hablar, a exponernos, a jugarnos después de unos traguitos de cerveza. A veces me da vergüenza creer que eso nos da coraje, nos quita los miedos, ese límite social, moral o como se llame.
Lo primero que distinguís es que las luces ya no están tan encendidas como creías paso siguiente notás que tus movimientos no están del todo controlados y terminás de darte cuenta cuando estás confesando tus más profundos pensamientos de la vida mientras todos te miran.
Yo quiero (léase a mi me gusta) la sinceridad brutal todo el tiempo. No sólo después de unas cervezas. Mi manera es frontal, cruel, cruda, directa, real.
¿Por qué a la gente le cuesta quitarse los tapujos y decir las cosas como son? Nos ahorraríamos tantos viajes, tantas idas, tantas vueltas…


A modo reflexivo debo admitir que por ser así he perdido en el camino a varias personas que creía de importancia pero la verdad es que a veces pienso que si no pudieron bancárselo ¿para que seguir sosteniéndolos?
No quiero tener que admitirlo (igual de alguna forma termino haciéndolo) acá va a sobrevivir el más fuerte. Esto es la ley de la selva solo que en la sociedad.

miércoles, 3 de febrero de 2010

¡¡¡Elegime a mí!!!!

No es que no tenga una ocupación, un empleo o una actividad. Todo lo contrario, la tengo pero no es lo que quiero. Acto seguido, concentro toda mi energía en pensar adónde quiero ir, en qué lugar me gustaría trabajar y cuando me doy cuenta de cuál es esa respuesta empiezo a pensar en lo largo que es el proceso de selección y las frustraciones que lleva consigo.

En este momento estoy recordando como fui seleccionada para el primer trabajo en blanco que tuve. Las cuatro entrevistas, los veinte mil exámenes físicos, psicológicos de inteligencia, emocional, cognitivo, etc. Ese día volví exhausta a casa, convencida de que las respuestas que di no eran las que debería haber dado, que quizás a la psicóloga tendría que haberle contado mi historia de otra manera, en fin, manipulado de la forma en que yo creía correcta sería mi imagen para que un tercero me elija.

Estamos siendo evaluados desde que nacemos, desde las expectativas de nuestros padres y su posterior reconocimiento (o no), las evaluaciones escolares, los exámenes de ingreso a la universidad, el examen de manejo, las encuestas telefónicas, los tan temidos exámenes preocupacionales. Estos últimos son tan difíciles, creo que no hay persona que salga conforme con su rendimiento en alguno de ellos. Es tan grande la ansiedad, la expectativa, el deseo que no creo que podamos mostrar nuestro máximo potencial y esplendor. Y ni hablar cuando venís en una mala racha, pasaste por dos o tres entrevistas con desenlace negativo y estando en la cuarta te sentís la persona con menos autoestima del planeta y recién ahí ocurre, estás dándote por vencida y ¡oh! suena el teléfono. “Hola Cielo, te llamo de la consultora…”(esa frase introductoria hace que tu corazón tiemble, bombazo de adrenalina por todo el sistema sanguíneo). Te avisan que quedaste elegida, ¿lo podes creer? A mi asombra, me da bronca, me enoja pero enseguida suspiro de satisfacción y plenitud.

Va a llegar ese primer día y seguimos en el proceso de evaluación. La ropa, qué difícil elección va a ser el atuendo para el primer día ¿sandalias, tacos, chatitas u ojotas? De repente elegís los tacos pero ni bien llegás tenés que ponerte cinco curitas alrededor del tobillo porque tu pie está todo lastimado. No importa, nada de eso interesa cuando estás bien emocional e intelectualmente. Conseguiste trabajo, el trabajo que querías, ahora sentís que nada va a detenerte porque estás siendo cada vez más independiente y eso te hace feliz.

Cada uno sabe hasta adónde es capaz de llegar por lo que quiere, cuanta cabeza tiene para conseguir sus objetivos, cuales son sus limitaciones y por sobre todo, cuales son sus virtudes y sus tan temidos defectos. Es el día de hoy y a mí me sigue costando salir conforme de una entrevista, de una evaluación, de una prueba. No quiero atribuirle todo a una mala racha de suerte, quizás el azar intervenga de vez en vez pero en esta oportunidad no puedo evitar sentirme responsable de mis propios fracasos. Pienso en que alguna vez, alguien va a darse cuenta de la voluntad que tengo, de cuáles son mis virtudes y puedan aceptar mis defectos.

Quisiera que dejen de buscar robots, y comiencen a encontrar personas con autonomía, libertad y responsabilidad por sus pasiones.

Agarrate Cielo de a poco está volviendo… estuvo de vacaciones narrativas pero nunca ausente.