Machaque del momento

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martes, 24 de noviembre de 2009

Cicatrizando la vida

Para que una herida sane, el proceso lógico a seguir es que de adentro hacia afuera los tejidos fueran cerrando uno por uno ¿verdad? La velocidad en que esto ocurre es cuestión personal, quizás hasta de cicatrización pero hoy no puedo evitar preguntarme si todas las heridas sanan realmente en algún momento, forma y espacio.
Muchos van por la vida diciendo que supieron hacer correctamente sus duelos, se tomaron largas horas de reflexión inclusive de terapia y que, finalmente, concluyeron cerrando esa herida, de alguna forma quieren darte a entender que finalizaron con ese dolor intrínseco, profundo y devastador que, a veces, generan ciertas pérdidas.
Dar lo perdido cuando ves que va camino a eso, darlo por perdido cuando deja de existir o simplemente empezar a darlo por perdido en el trayecto hacia el mismo sitio que conducen ambas opciones anteriores da igual, sea de una u otra manera la meta y sus sensaciones consecuentes van a ser iguales.
Todo el tiempo estoy reabriendo viejas heridas que jamás di por cerradas, simplemente las detuve por un rato sólo hasta que un afta vuelva a salir en su lugar y de manera urgente tenga que correr a curarla pero esta vez no puedo, no puedo curarla porque no es una sola son varias, todas del mismo color, con la misma forma, creo que si me descuido hasta me remiten a los mismos lugares por más de que esté en diferentes sitios de mi mente (perdón, de mi cuerpo).
No voy a mutilar una parte mía para dejar de sentir, estoy sintiendo todo con la carne viva encima, adentro y afuera de mí. No soy fuerte, no soy débil y con todo el dolor que me está provocando el proceso de tu partida, que en un futuro cercano o lejano va a llegar, como a todos, no quiero aceptarlo.


Voy tener que trabajar en eso…

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Buscando armonía, hoy.

Un momento de armonía para mí es cuando encuentro la intensidad exacta de luz que preciso de fondo y sintonizo la música que quiero completamente acorde y en relación con mi estado de ánimo. Ahí desaparece el dolor de cabeza, el ceño fruncido y se instala en mi mente la tranquilidad dejando a mis pensamientos, usualmente alborotados, en calma completa.

martes, 10 de noviembre de 2009

Miserables somos

Mi despertador sonó a las 8, lo apagué y a la media hora di un salto de la cama al suelo sabiendo que era tarde. Me puse lo primero que encontré (léase lo que había usado el día anterior y dejé arriba de la silla para lavar), me tomé un yogur bebible a las apuradas para evitar que me bajara la presión en el viaje, cosa que me ocurre frecuentemente si no tengo algo en el estómago, cerré con llave, bajé por la escalera porque el ascensor no venía y me fui.
Apurada, culposa y frenética salí casi corriendo a trabajar. Abrí la puerta del edificio y me topé con un cartel que decía que la empresa ABSA estaba trabajando para mejorar su servicio. Detrás del cartel estaban rompiendo la vereda unos cuatro muchachos a los golpes. Estos hombres estaban haciendo una fuerza terrible a las 8.45 de la mañana y yo, como siempre, no pude evitar (además de sentirme miserable) pensar en si ellos habrían comido antes de ir a trabajar para evitar el issue de la presión, si se habrían quedado dormidos y habían tenido que salir histéricos de su casa para darle semejantes golpes a la vereda, entre otras cosas del mismo estilo.
En el viaje quise hacer un balance y me di cuenta de que lo positivo de ese trabajo era que la furia que trajeran del hogar por el motivo que sea la descargaban en aquellas baldosas, lo negativo era todo el resto. La cintura de esos muchachos, los músculos, el sol todo el día pegándole en la cabeza ¡qué increíble me resulta sentirme cansada cuando vuelvo de trabajar ahora que vi como ellos trabajan! Me siento tan miserable cuando me quejo de mi trabajo, cuando vuelvo exhausta, cuando no quiero ir, cuando prefiero ver una película, cuando quiero salir a caminar y no puedo. Si, culpa, al 100%. No es bienvenida, nunca lo es, pero aparentemente mi mente la recibe tan bien que queda instalada por largo rato…

martes, 3 de noviembre de 2009

A toast on passion

Qué vergüenza que me dan algunas cosas que digo sin pensar y cuando las releo o analizo me cuestiono a mi misma ¿qué es lo que estoy diciendo?
Resulta ser que hace casi un mes que no hablo con mi mejor amigo, gracias a las nuevas tecnologías, acabamos de cruzar unas palabras a través de Internet (¡qué loco palabras a través de la computadora!, ¿quién lo hubiera imaginado?) contándole de todo un poco le recordé que se reservara el sábado para pasarlo conmigo porque cumplo años. Luego de aceptar me dijo que se estaba yendo porque tenía planes para esta noche y que estaba retrasado ya, entonces para despedirle le recordé cuanto lo quería. Como típica psicótica insegura que soy le pregunté posteriormente si el me quería a mí y antes de dejarlo responder (como si tuviera miedo de que me dijera que no) le dije “quereme que me estoy poniendo vieja”. Soy un desastre, sí. Me pregunto ahora ¿qué debo esperar para cuando tenga 70 años y una vida por detrás?
Igual lo más lindo de todo fue su respuesta: “¡más vieja estás, más te quiero!”.

Qué lindo que es tener amigos así jejejejejeje

lunes, 2 de noviembre de 2009

Energizate

Estoy triste porque tengo miedo. Generalmente cuando estoy angustiada por algo me cuesta bastante trabajo llegar al fondo de mi pensamiento para darme cuenta cual es el motivo pero hoy no, lo veo tan claro que en lugar de asustarme por no saber que es lo que me pasa (si es que estoy presintiendo alguna tragedia o qué), resulta ser que estoy asustada porque sé perfectamente el motivo de mi miedo, soy completamente consciente de los pensamientos que tengo y por sobre todo, de las consecuencias que acarrean.
Me indigno tanto conmigo misma cuando reconozco tener miedo por todo que se me van las ganas de hacer cosas, quisiera poder darme un buen cachetazo para reaccionar y entender que debo dejar de prestarle tanta atención a esos miedos porque me di cuenta que la energía se deposita en donde nosotros ponemos la atención así que voy a tratar de hacer giros en mi mirada para cargar, descargar y mover toda la energía que despliego.
Estoy de mal humor y en la radio suena Ricardo Montaner, quiero decir abiertamente que no me gusta en absoluto este señor. Lo único bueno que inventó fue “Cachita”(¡si lo habré bailado!)… me voy a ir a dormir un rato, creo.