Machaque del momento

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lunes, 1 de marzo de 2010

Viveza argentina

Salí a dar una vuelta en busca de una camisa, lisa, blanca y mangas cortas. No la encontré. Cuando busco algo sencillo, todo es con detalles y cuando quiero algo con garabatos la onda es usar cosas simples. Esa soy yo, esas cosas me pasan a mí.
En el camino de vuelta a casa veo a una mujer que llevaba en el asiento trasero del auto a tres niños, detiene la marcha del vehículo a mitad de cuadra y le pregunta a los gritos a un muchacho que estaba bajando la cortina de un comercio de plásticos si podía venderle una tabla para planchar. Acto seguido, el muchacho en cuestión la mira y sutilmente levanta los hombros mientras le decía: “el negocio ya cerró”. La mujer enfurecida le suplica que necesita si o si esa tabla y después de un par de frases de ida y otras de vuelta, el muchacho accede al pedido de la señora, abre las puertas y le ofrece desde adentro las distintas variedades. Sí, fue una compra desde el auto.
El punto es que me quedé pensando ¿Qué tiene en la cabeza es mujer que no se da cuenta de que ese hombre se quería ir a la casa en vez de estar ofreciéndole una tabla de planchar? Ya había tenido todo el día para vendérsela pero no. Ella fue justamente cuando cerraban, me atrevo a decir que en el camino de vuelta a su casa se acordó y al pasar por ese comercio hizo el intento.
Esto pasa en nuestro país, en donde no se respeta a la persona que está al lado nuestro, al que terminó su jornada de trabajo y quiere ir a descansar, al que tiene en mente algo diferente a lo de nuestra cabeza…

Porque estuve en ese lugar aprendí a no hacérselo a nadie ya que, honestamente, es horrible la sensación de impotencia e injusticia con la que después te vas a cenar a tu casa.