Hoy es un sábado frío y gris en la ciudad, salí a caminar y cuando eran cerca de las cinco de la tarde, llamado de por medio, me invité a tomar el té a la casa de una de las personas que más admiro en el mundo: mi abuelo.
Mi abuela materna falleció hace más de seis años. Su muerte fue algo tan trágico, triste e inesperado que creo que aún no pude elaborar el duelo como debería haberlo hecho. A cada uno de nosotros nos lleva un tiempo diferente entender cómo de un momento para el otro, una persona increíble con todo su despliegue emocional, intelectual y físico puede desaparecer (porque para mí dejar de existir es desaparecer). Tengo que admitir que hay muchas cosas que me llevan un tiempo considerable hasta que las acepto y su muerte no fue el único ejemplo
Mi abuelo tiene 83 años y una novia cuatro años menor que él. Al principio, entender el por qué de esa realidad era algo que me generaba negación y, en algunas circunstancias, dolor porque, infantilmente, creía que ella ocupaba el lugar de mi abuela cuando en verdad no es así.
Hoy mi abuelo tiene ganas de vivir, de proyectar, de planear, de viajar, de divertirse, todo porque está enamorado. Tiene una novia y lo vive como se disfruta aquel primer noviazgo en la adolescencia, sólo que a diferencia de ese entonces, el cuerpo ya no es el mismo y la experiencia les ha dado buenas razones por las cuales aprovechar cada minuto que pasan juntos como si fuera único.
De la vida de ella conozco hasta donde ella nos muestra y la verdad es que después de pensar varias veces en el tema, llegué a la conclusión de que no me importa como sea ella sino las emociones y los sentimientos que le genere a mi abuelo. Cuando él habla de ella se le ilumina la cara, veo en sus ojos un brillo que inspira tanta ternura… que logro entenderlo todo. Y sin embargo, como soy la típica clase de personas que le gusta preguntar todo, le dije: “abuelo ¿La extrañas a la abuela?” Y ¿saben qué me respondió? “Querida, yo me casé una vez en la vida y fue con la abuela, la respeté, la cuidé y la amé cada día que vivió. Hoy estoy conociendo a una muy buena persona con quien nos acompañamos, paseamos, charlamos y nos reímos, nos reímos tanto…”
Y sí, está feliz, está contento y a mí me llena el alma pensar en que a su edad pueda hablar y sentirse así, permitirse estar en donde quiere estar.
Me llena de entusiasmo, es un lindo ejemplo el de mi abuelo.
Esas situaciones cotidianas que logran exasperarnos al borde de un colapso nervioso y que después, irónicamente, quedan en la memoria... No hay duda, somos animales de costumbre y repetición.
Machaque del momento
- REIKI
sábado, 14 de agosto de 2010
miércoles, 4 de agosto de 2010
Pausa Romántica
Cuando una mujer se predispone a pasar todo un día entero en su casa trabajando en material de redacción es sabido que llega un punto en el que hace una pausa para algo. En mi caso, hoy la pausa la caratulo como romántica. Me serví el fondito del Bailey´s que quedaba en la repisa, le puse un hielo y, mientras se enfriaba, busqué el mejor CD de Luís Miguel (Primer romance) y bailé lento sola con el Bailey´s en la mano derecha.
Muchas mujeres negamos la existencia de este tipo de momentos. Si bien es cierto que la mayoría del tiempo me gusta escuchar otro tipo de música, hay ratos en donde “contigo en la distancia”, “la puerta se cerró después de ti” y “Usted es la culpable…” Me hacen pasar un buen rato.
Además jamás voy a darle la razón a mi madre quien es una fan y amante incontrolable del intérprete en cuestión.
Shhhhhh (Estoy re atrasada con el trabajo).
Muchas mujeres negamos la existencia de este tipo de momentos. Si bien es cierto que la mayoría del tiempo me gusta escuchar otro tipo de música, hay ratos en donde “contigo en la distancia”, “la puerta se cerró después de ti” y “Usted es la culpable…” Me hacen pasar un buen rato.
Además jamás voy a darle la razón a mi madre quien es una fan y amante incontrolable del intérprete en cuestión.
Shhhhhh (Estoy re atrasada con el trabajo).
Suscribirse a:
Entradas (Atom)