Machaque del momento

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martes, 29 de septiembre de 2009

Abrazame que me gusta...

Y quizás todo se reduzca a lo físico.

Y resulta ser que lo único que precisamos es un buen abrazo. Contenedor, fuerte, largo y en silencio. Momento cálido casi perfecto para que el llanto se escurra entre los brazos de otro, pudiendo distenderte, relajarte, sacarte el disfraz, entregándole al otro la responsabilidad de sostener tu cuerpo mientras te desmoronas ahí, en ese silencio, tuyo, suyo, vuestro…

viernes, 18 de septiembre de 2009

Chirimboleando la vida

Hoy me di cuenta de que tengo un problema con los excesos. Si miro una pared que está blanca, me gusta así, pelada. Si se me mete en la cabeza decorarla un poco, la lleno de “chirimbolos”. Cuando pienso en poner imanes en la heladera me pasa lo mismo, o que quede blanquita o que se llene de tantos imanes que haya que mirarlos de cerca para ver como es cada uno.
Si compro facturas, no me como una para sacarme las ganas, me tengo que comer cinco para quedar pipona (igualmente mi cuerpo comienza a sentirlo ese exceso eh….). Si me hago un café con leche lo tomo hasta el final, no voy a dejar el fondito pero si busco el origen de esta obsesión creo que es completa responsabilidad de mis abuelos porque bajo el discurso de que había tantos chicos sin leche en el mundo, yo debía terminarme la mía más allá de que estuviera a punto de estallar para saciarlos (¿?).
Lo bueno en esto de los excesos es que hasta el momento, la mayoría de las veces no fueron cuestiones determinantes en mi vida o que involucraran a mi salud, el punto es que así debo ser en todo ámbito de la vida. Una amiga mía dice que soy demasiado pasional con los sentimientos, quizás también sea por eso, acaso ¿llenaré de chirimbolos mis emociones y por eso son tan pesadas?

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Fatídicas pelusas

Tan sólo basta con entrar a un ambiente de tu casa y encontrar una pelusa para saber que ni bien corras alguna silla va a haber más.
Las pelusas en mi ciudad y más aún en mi casa, se reproducen a una velocidad incalculable, lo que me da a pensar que la madre de las pelusas debe ser extremadamente promiscua.
Cierro las ventanas, paso el escobillón seguido, desinfecto, limpio el calzado antes de entrar, hago todo pero sin embargo no alcanza. La pelusa me sigue, la pelusa está, la pelusa existe. Lo único que sé es que la pelusa indefectiblemente es.
Me niego a pensar que tanta pelusa provenga de mi ombligo. Yo me baño, soy limpia por lo que esa hipótesis está completamente descartada. La puerta es chiquita y no tiene espacio ni siquiera para que pase un sobre por debajo así que tampoco es una opción. Creo que las ventanas tienen la respuesta correcta pero no saben hablar. Tendría que quedarme un rato largo prestándoles atención para chequear si las pelusas además de molestar saben volar y entran por la ventana.
Qué bárbaro el tiempo que me paso sacando pelusas. Me genera tanta molestía que hoy llegué a pensar, después de haber descartado que las mismas provengan de algún ombligo, que el problema es que todos los individuos sacamos las pelusas para afuera. Quizás si las dejáramos tranquilas en cada casa esto estaría resuelto, por algo nos deben haber elegido. Al fin y al cabo todos buscamos amor, me pregunto si las pelusas también lo estarán haciendo...

viernes, 4 de septiembre de 2009

Aquí PRESENTE

Y por ver lo que era, dejé de ser lo que soy. Y por pensar en cómo quisiera verme dejé de sentir. La vida se pasa y uno camina a su lado, sin apropiarse de ella. Qué triste.
La clave está en los pequeños momentos, conectarse con uno mismo desde lo pasional si se puede o si se tiene (que feo no tenerlo ¡eh!).
Hoy cociné, para mi amigo. Día especial, hice las compras, elegí las especias sutilmente, le dí el tiempo preciso de cocción a cada ingrediente para luego conseguir la unión perfecta de las partes en pos del plato elegido.
Y llegó la hora y nada salió como planeé, el postre fracasó y la bebida no funcionó. Sin embargo, no sólo el plato principal salió fantástico sino que nos reímos tanto de nosotros mismos que ni bien él se fue a su casa, evité el sueño y tuve ganas de escribir mientras escuchaba música.
Estamos llenos de estos momentos, yo brindo (otra vez) por relajarnos y disfrutar.
Estuve unos días ausente pero vuelvo, entera o a pedazos, aquí presente.