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domingo, 21 de junio de 2009

Me saltó la térmica

Otra vez, después de una discusión con desenlace frustrante para mí, me fui corriendo a lo de mi amiga. En Nicole siempre encuentro contención. Llegué en menos de cuatro minutos, esa rapidez al caminar que únicamente tengo cuando estoy enojada (pareciera que el enojo me sirve de motor para activar los músculos). Toqué timbre dos veces pero esta vez Nicole no estaba, se había ido.
En casa todavía estaba la familia de mi mamá (menos mal que no lee mis escritos sino ¡agarrate Cielo!) así que no era una buena idea volver. Ni bien conseguí despegar mi dedo del portero eléctrico entendiendo que por más veces que tocara el timbre, si ella no estaba, no iba a atenderme nadie, empecé a caminar hacia la esquina, entré en un bar que jamás había visto allí y me senté al fondo del salón junto a una ventana. Tenía hambre como siempre cuando me enojo, pero me pedí un café porque había huido tan rápido de casa que tenía sólo cinco pesos en el bolsillo.
Empezaba a tranquilizar los demonios de mi interior concentrándome en observar a la gente que pasaba por la calle, las actitudes de los personajes sentados en las mesas vecinas, el bigote del mozo, la decoración del lugar, cuando me sonó el celular. Atendí. ¡Cómo me molesta hacer eso! ¿Por qué no puedo permanecer reunida con mi enojo? Siempre termino dándole lugar a los enojos ajenos, en este caso, a la preocupación de mi madre porque hacía más de tres horas que había salido de casa “hecha una furia” y todavía no volvía (es ese tipo de madres que cree que porque me voy enojada de casa, quizás me olvide de mirar hacia el costado cuando cruzo la calle para evitar ser atropellada por un camión con acoplado, ah vale aclarar, que para ella si me atropellan no va a ser una bicicleta, seguro va a ser algo realmente grande y trágico).
Después de escuchar su voz algo taladrante le dije que en un rato volvía, que se quedara tranquila. La pregunta que vino automáticamente a mi mente fue ¿y yo… cuándo me voy a quedar tranquila? Me niego a aceptar que esto suceda cuando un tercero, mi novio, un otro, un familiar, ¿un amigo? me lo diga, así que decidí empezar a escribir para decírmelo a mí misma todos los días, pensando que al leerlo quizás en algún momento me termine haciendo caso, ¿no?

7 comentarios:

  1. Marianela Anderson21 de junio de 2009, 19:26

    Me alegra saber que te decidiste a hacer lo que te gusta, y haber sido parte de este paso que estás dando. Excelente comienzo. Muy bueno el post, me sentí reflejada! Toda la suerte del mundo. Y escribir es una de las mejores formas de aprender, conocerse y dejarse conocer. Seguí así... Besos

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  2. Me gustó mucho la historia, me hizo recordar muchos encontronazos con mi familia.
    Espero con ánsia la próxima entrada.
    Y como dijo Marianela, escribir es una de las mejores formas de dejarse conocer, agrego que la facilidad de comunicar algo y darse a entender en forma sencilla habla de una persona virtuosa.
    Te saluda un platense persiguiendo un sueño desde muy lejos.-

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  3. Hola:
    Qué bueno que te decidiste. Si uno tiene cosas adentro, termina atragantada. No siempre tenés una oreja amiga disponible. MUY BUENO el consejo de tu amiga,¿sabés si ella lo ejerce?
    Bienvenida y suerte,
    SUsana

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  4. Me gusto mucho lo que escribiste, me senti muy identificada. Te felicito. Segui asi.Besos. Lore

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  5. "la facilidad de comunicar algo y darse a entender en forma sencilla habla de una persona virtuosa" Me hiciste sentir más que halagada. Gracias!

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  6. Hola A.C.:
    Te doy oficialmente la bienvenida a nuestro "mundo". Es muy bueno sentirse escritora y mucho más ejercerlo. El blog es un muy buen medio para poder expresarte y a su vez conocer a otros colegas.Algunos participan en concursos, han publicado libros, los difunden por internet.
    Suerte, salu2,
    SUsana

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  7. Pau!! Te felicito por tu blog!
    Y no solo por lo bien que escribis, sino por el hecho de decidirte a hacerlo.
    Te quiero mucho! Un beso grande! Naty.

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