Los domingos cambiaron de color desde hace diez meses. Ya no son grises, aburridos, pesimistas, encallados o merecedores de olvido. Se han convertido en todo lo contrario, son la vida misma. Los últimos domingos vienen siendo puro color, movimiento y sonido. Reflejan mi espíritu, mis ganas de planear, mi plenitud, mis alas en alguna medida.
Para poder hablar objetivamente debo decir que lo que ha cambiado únicamente es mi locación, el lugar desde donde hablo, miro, decido y aprendo. El resto es puro entorno, contexto que genera empatía conmigo desde que está sin mí. La vida es un conjunto de lugares vacíos y llenos, completos o nulos, medidos o extremos. Siento toda ambivalencia presente en mis sentidos y hoy, un domingo de otoño cualquiera, reconozco algo por primera vez en mi vida que me atrevo a valorar: ADORO EL OTOÑO. Me genera tantas sensaciones esta estación que me resulta casi indescriptible la mezcla de emociones que siento cuando intento transmitirlo mediante palabras. Creo que los colores del otoño, los cambios naturales, la caída de las hojas de los árboles, el frío, la frazada, el mate cocido con leche, los guisos de lentejas, los sweaters de lana, las medias de abrigo, los radiadores, la sopa de arroz, la ducha hirviendo, las botas, las poleras, las bufandas, los gorritos, el chocolate en cantidad desmedida… son tantas las cosas que hacen que ame el otoño, créanme que éstas que mencioné son tan solo algunas de ellas.
Totalmente de acuerdo, para mí el otoño es tal y como lo has descrito y añadiría que es una época para la inspiración.
ResponderEliminarUn beso y vive tu otoño.
Vivir intensamente el otoño, me gusta.
ResponderEliminarMuxus
Feliz otoño!
ResponderEliminarAunque yo prefiera la primavera.
Yo estuve, que conste jaja
;)
Las charlas de volumen bejito frente al hogar...
ResponderEliminargalletas recien salidas del horno...
despertaste olvidos...
besos
Darío.